Varios materiales reflejan ondas de radar según su composición y características de la superficie. Los metales, especialmente las superficies lisas y planas, son excelentes reflectores de las ondas de radar debido a su alta conductividad y su capacidad para crear una fuerte reflexión electromagnética. Esta propiedad hace que los objetos metálicos, como aviones, barcos y edificios, sean altamente detectables por los sistemas de radar. Además, los materiales densos como el hormigón y el ladrillo pueden reflejar las ondas de radar de forma eficaz, aunque en menor medida que los metales. Las ondas de radar interactúan de manera diferente con materiales no metálicos, como madera, plástico y tela, dependiendo de su contenido de humedad, densidad y rugosidad de la superficie, lo que influye en el alcance de la reflexión del radar.
Las ondas de radar se reflejan cuando encuentran una interfaz entre materiales que provoca un cambio en la constante dieléctrica o impedancia. Cuando un pulso de radar golpea un objeto o una superficie, parte de la energía electromagnética se refleja de regreso al transmisor/receptor del radar. La cantidad de reflexión depende de factores como el ángulo de incidencia, la conductividad del material y la longitud de onda de la onda del radar. Las superficies lisas y planas tienden a reflejar las ondas de radar de manera más efectiva que las superficies rugosas o irregulares, que dispersan las ondas en múltiples direcciones en lugar de reflejarlas de manera coherente hacia la fuente del radar.
El agua puede reflejar las ondas de radar bajo ciertas condiciones. Las superficies de agua dulce, como lagos y ríos, normalmente reflejan ondas de radar debido a la diferencia en la constante dieléctrica entre el agua y el aire. Las ondas de radar encuentran una absorción mínima al penetrar en el agua, lo que permite una reflexión parcial en la superficie del agua. Sin embargo, el agua de mar, que tiene una mayor salinidad y, por tanto, una mayor conductividad en comparación con el agua dulce, absorbe las ondas de radar de forma más eficaz, limitando su reflexión. La lluvia y la humedad en la atmósfera también pueden dispersar las ondas de radar, afectando la precisión y el alcance de los sistemas de radar en la detección de objetos a través de la precipitación.
Las ondas de radar rebotan cuando chocan contra un objeto o superficie y se reflejan de regreso al transmisor/receptor del radar. Esta reflexión se produce debido al cambio de impedancia o propiedades dieléctricas en la interfaz entre la onda del radar y el material que encuentra. La energía de la onda de radar incidente se absorbe, transmite o refleja parcialmente dependiendo de las características del material. Las superficies lisas y planas tienden a reflejar las ondas de radar de manera coherente, mientras que las superficies rugosas o irregulares dispersan las ondas en diferentes direcciones. El ángulo de incidencia juega un papel crucial, ya que las ondas del radar se reflejan más eficazmente cuando se acercan a superficies en ángulos casi normales que cuando se ven desde ángulos de visión, lo que influye en las capacidades de detección y el rendimiento operativo del radar.