Los radares modernos funcionan según el principio de transmitir ondas electromagnéticas, generalmente en el rango de microondas, y detectar reflejos (ecos) de estas ondas de los objetos del entorno. Los sistemas de radar constan de un transmisor que emite pulsos de radiación electromagnética, una antena para transmitir estos pulsos al espacio y un receptor para detectar los ecos que regresan de los objetivos. El sistema de radar calcula la distancia al objetivo en función del tiempo que tarda en regresar el pulso transmitido (tiempo de vuelo) y determina la dirección y velocidad del objetivo analizando el desplazamiento Doppler de las señales reflejadas. Los sistemas de radar avanzados también utilizan técnicas y algoritmos de procesamiento de señales para filtrar el ruido, mejorar la detección de objetivos y mejorar la resolución.
La tecnología de radar sigue siendo indispensable en diversas aplicaciones del mundo moderno. Uno de los principales usos del radar en la actualidad es en la aviación para el control del tráfico aéreo (ATC) y el seguimiento meteorológico. Los sistemas de radar de control de tráfico aéreo rastrean la posición, altitud y velocidad de las aeronaves en tiempo real, garantizando una separación segura y rutas eficientes. Los sistemas de radar meteorológico monitorean las precipitaciones, las tormentas severas y los patrones de viento, proporcionando información vital a los meteorólogos y ayudando a emitir alertas y pronósticos meteorológicos oportunos. El radar también se utiliza ampliamente en aplicaciones militares para vigilancia, reconocimiento, guía de misiles y defensa contra amenazas aéreas y marítimas.
La frecuencia de los sistemas de radar modernos varía según la aplicación específica y los requisitos operativos. Las frecuencias de radar generalmente varían desde frecuencias muy altas (VHF) hasta frecuencias extremadamente altas (EHF), correspondientes a longitudes de onda de varios metros a milímetros. Por ejemplo, los radares de control del tráfico aéreo suelen funcionar en la banda L (1-2 GHz) o en la banda S (2-4 GHz), mientras que los radares meteorológicos pueden funcionar en la banda C (4-8 GHz) o X-. banda (8-12GHz). Los radares militares pueden utilizar frecuencias más altas en la banda X o la banda Ku (12-18 GHz) para mejorar la resolución y las capacidades de detección de objetivos. La elección de la frecuencia afecta el rendimiento del radar, incluido el alcance, la resolución y la sensibilidad a las condiciones climáticas y ambientales, lo que garantiza una funcionalidad óptima para necesidades operativas específicas.